Reventas
La gente está indignada: quiere ir a los toros, pero no encuentra localidades en taquilla, donde se forman colas enormes, mientras los revendedores se pasean por delante de ellas ofreciendo boletos a altísimo precio en la más absoluta impunidad. Por las proximidades de los despachos de billetes, en los alrededores de la plaza, en los andenes del metro, abundan revendedores a cara descubierta que, sin ningún disimulo, acosan a la gente, piden, discuten, intercambian existencias con los de su oficio, y cuando en taquilla se acaba el papel, hacen gala de prepotencia ante los espectadores que se resisten a pagar cantidades desorbitadas por una entrada. Es responsabilidad de la policía acabar con esta lacra de los revendedores, y no parece que requiera sofisticadas investigaciones, pues están ahí, a plena luz, en calles concurridas, con las manos en la masa, y además son conocidos. La expectación que tuvo la corrida del pasado lunes y la que tiene la de mañana han convertido a estos personajes. en protagonistas del espectáculo, pues la opción es satisfacer sus escandalosas exigencias o no poder entrar en la plaza.