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El juicio, del sexenio

Una encarnación de la corrupción mexicana, La Quina, en el banquillo

La justicia mexicana está a punto de concluir, tras más de tres años de instrucción sumarial, uno de los procesos más largos de este país y que conducirá al que ya se denomina "juicio del sexenio": el que se sigue contra el que fue el todopoderoso líder sindical petrolero Joaquín Hernández Galicia, La Quina, elimáximo exponente de la corrupción y la impunidad en México.

La Quina, que ostentaba su cargo sindical vitaliciamente, fue encarcelado a principios de 1989 en una operación interpretada como el primer golpe del entonces incipiente presidente Carlos Salinas de Gortari por limpiar de mafias y gánsteres el país.El sumario contra Hernández Galicia, de 69 años, está prácticamente concluido a falta de un expediente relacionado con los pormenores de su detención el 10 de enero de 1989, que se desarrolló muy al estilo de las operaciones de captura de los antiguos jefes mafiosos de Chicago, con guardaespaldas apostados en la residencia de La Quina abriendo fuego contra la policía.

De momento, entre los cargos que se le implutan a Hernández Galicia figuran los de homicidio calificado, introducción clandestina de armas al país y acopio de munición de guerra, lo que ya de por sí le podría acarrear una sentencia de 50 años de prisión. Los pocos datos que han podido filtrarse del sumario no están relacionados con su ilícito enriquecimiento personal ni con sus actividades mafiosas, entre las cuales figuraba el cobro de un impuesto revolucionario a la empresa estatal Petróleos Mexicanos (Pemex) por cada una de sus operaciones comerciales y la retención de una parte proporcional de la cuota sindical a los trabajadores petroleros.

La Quina, protegido de los presidentes Luis Echevarría y José López Portillo, temido por Gabriel de La Madrid y encarcelado por Carlos Salinas de Gortari, era hasta 1989 el mayor poder fáctico dentro del Estado mexicano, gozaba de total impunidad, movía a su gusto peones dentro de la Administración y se hacía llamar "el rey de los pobres". Su actitud paternalista le proporcionó popularidad entre la clase trabajadora mexicana hasta el punto de que algunos líderes de la oposición, entre ellos Cuauhtémoc: Cárdenas, llegaron a coquetear con él e incluso cuestionar la decisión de detenerle.

350.000 millones ahorrados

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Hernández Galicia, actualmente encarcelado en una celda de máxima seguridad de una penitenciaría del país, poseía en cuentas corrientes de Estados Unidos cuando fue detenido más de 350.000 millones de pesetas, cantidad que compartía con dos de sus principales lugartenientes, Salvador Barragán y José Sosa, también en prisión. Cuando fue detenido La Quina, otro de sus colaboradores, el también encarcelado Sergio Bolaños, intentó sobornar a los jueces encargados de las primeras diligencias del sumario, ofreciéndoles 350 millones de pesetas, un castillo en Francia y varias propiedades en EE UU a cambio de su libertad.

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