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GENTE

Holger Nilsson,

un millonario sueco recientemente fallecido, se ganó para siempre un lugar en la memoria de los habitantes de la pequeña localidad de Kracklinge, a 200 kilómetros al oeste de Estocolmo, desde que se supo que había decidido legar su fortuna a los 272 habitantes de dicha ciudad. La pequeña iglesia medieval del lugar nunca tuvo tantos fieles como hace unos días, cuando se procedió a la apertura y lectura del testamento de Nilsson. La expectación grande entre los presuntos herederos por cuanto, una vez conocida la voluntad de Nilsson, habían circulado las cifras más fantásticas sobre el monto que recibiría cada heredero. La incógnita quedó desvelada en la reunión, a puerta cerrada y previa identificación de los asistentes, celebrada en la iglesia: 65.000 coronas (cerca de un millón de pesetas) es la suma preliminar que recibirá cada habitante. Algunos esperaban más, pero en general, y sobre todo los jóvenes afectados por el paro, tuvieron un instante de agradecimiento para la memoria del generoso difunto. Las autoridades de la dirección fiscal, que habrían heredado la fortuna de no mediar el testamento, guardaron silencio.

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