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Comienza en Paris el primer juicio a Pakito, el máximo dirigente de ETA hasta su detención

París Hace un año despedía a los comandos que partían a dinamitar vidas en España, niños incluidos, desde el lujoso chalé de Txantangorria, en Arcangues (Francia). Hoy se sienta en París en el banquillo de los acusados, dentro de una jaula de cristal. Hace cuatro años, Francisco Múgica Garmendia, Pakito, ordenaba al comando kinerante que liquidara a la riscal de la Audiencia Nacional Carmen Tagle porque "solicitaba siempre penas muy duras contra ellos, queriendo incluso ampliar el tiempo máximo de prisión de 30 años que dictamina la ley" según declaró Henry Parot, el autor de¡ asesinato.

Hoy, la fiscal Irene Staller prevé solicitar contra Pakito al menos diez años de prisión por presunta pertenencia a asociación de malhechores, dada su vinculación con los miembros del comando itinerante. El proceso se inicia en la 141 sala de lo correccional de la capital francesa.Claire Freysinet, abogada del dirigente de ETA, rechaza todo contacto con la prensa española a raíz de que se defendieran las minutas de los letrados franceses de la causa etarra (más de 630.000 pesetas al mes). Freysinet ha reclamado que la justicia francesa procese a Pakito también por los crímenes por los que le acusa y reclama su extradición España.

José Luis Urrusolo, ex jefe del último comando itinerante, sostenía que Pakito "está desequilibrado, trastornado, no está bien". Pero tal impresión no puede inferirse de tal deseo de ser procesado en Francia por causas más graves que las que ahora se le imputan. Sabe que no puede ser juzgado dos veces por el mismo delito, e incluso, si fuera condenado en Francia por delitos de sangre, seguiría siendo una victoria relativa para él.

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Cualquier cosa antes que la. entrega a España. Sabe perfectamente que en una prisión española perdería drásticamente protagonismo en la banda. Se acabarían las visitas de emisarios policiales que quieren tomarle la temperatura sobre el grado de hervor dialogante que ha alcanzado.

Precisamente este juicio ofrecerá una ocasión pintiparada para que en París, donde un grupo de etarras confinados y agrupados en torno a José Luis Arrieta Zubimendi, Azkoiti, no cesan de remover el caldero de la salida dialogada y el abandono de las armas, se compruebe si a este máximo representante de la línea dura tal debate interno le ha rozado su epidermis o, por el contrario, reitera la ortodoxia.

No en vano, según las declaraciones de Henry Parot, cada vez que Múgica Garmendia les ordenaba una acción especialmente sanguinaria, la argumentación era la misma: "`Como postura de fuerza ante las negociaciones".

A sus 40 años, 20 de ellos consumidos en la organización terrorista ETA, y con un DNI que indica como toda profesión estudiante, tampoco parece fácil tal giro, tal renuncia. Máxime cuando en la cuneta no sólo han quedado con un tiro en la nuca txakurras (policías, despectivamente), sino compañeros de filas como María Dolores González Cataráin, Yoyes, y Eduardo Moreno Bergareche, Pertur, muertes por las que se le piden cuentas personalmente.

Con todo, este terrorista, integrado en el Comité Ejecutivo de ETA VI Asamblea, rama político-militar desde 1976, y desde 1981 de la ETA actual, dispone de una magnífica plataforma para demostrar si desde sus 167 centímetros de astatura sigue mirando a todo el MLNV (Movimiento de Liberación Nacional Vasco) o, por el contrario, es la sombra de KAS la que se proyecta sobre él, convertido ya en un mero peón inservible.

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