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FÚTBOL 34ª JORNADA DE LIGA

Urzaiz reconcilia al Espanyol con el gol

El Mérida plantó cara, pero falló una gran ocasión y acabó cediendo

Àngels Piñol

El Espanyol se reencontró ayer con el gol y revalidó ayer su candidatura a conseguir una plaza para la UEFA. Después de tres jornadas sin conocer la victoria -derrota en Vigo y dos empates- los blanquiazules superaron al Mérida, un equipo incómodo y especialista en arañar puntos a los grandes pese a ser el compañero del colista. El conjunto de Camacho tardó en reaccionar -los tres goles los marcó en la segunda mitad- pero puede ahora ver el futuro con más optimismo. Sigue siendo cuarto y ha aumentado su ventaja sobre el Betis, su inmediato perseguidor.El Espanyol empezó nervioso. Camacho había impartido doctrina: dijo antes del encuentro que la diferencia entre los buenos y los malos residía en que los primeros sabían derrotar cómodamente a los conjuntos sin cartel. El Mérida es uno de ellos. Hacía dos partidos que los de Sarrià no marcaban.

La ley la empezó dictando el Mérida. Cuando solo habían transcurrido cuatro minutos, Torres Mestre perdió un balón, que acabó a los pies de Guerrero. El colombiano, posiblemente, no habrá tenido en su carrera futbolística muchas ocasiones tan claras. Solo ante Ton¡, en el área pequeña, donde no crece casi ni el césped, envió un balón a las nubes. Quizás eso también marca la diferencia entre los grandes y los pequeños equipos. La jugada marcó el ritmo del partido. El fallo de Guerrero asustó a los blanquiazules e insultó vida al Mérida. Los extremeños vieron entonces que, quizás, podían repetir hazañas pasadas como las de amargar el día al mismo líder o al Barça: en ambos casos sacó un empate.

El Mérida dispuso una muralla numantina -tres centrales y dos laterales- y un poblado centro campo que rompió el ritmo de los blanquiazules. El equipo de gala de Camacho, al que regresaban Francisco, Lardín y Brnovic, no carburaba. Las noticias tampoco eran demasiado halagüeñas: el Betis, uno de los rivales del Espanyol para subir al tren europeo, ganaba en Anoeta. Sin abrir el campo por las bandas, sin tener su día ni Lardín ni Benítez, la batería ofensiva blanquiazul no fue especialmente feliz. Un solo corner, un chut de falta de Arteaga y sólo alguna incursión de Urzaiz hizo concebir esperanzas de marcar un gol.

Camacho exprimió al. máximo los 15 minutos que tuvo para hablar con sus hombres. Las consignas debieron de quedar claras y el Espanyol empezó a leer el partido. Francisco puso el acelerador, dio pases en profundidad a Benítez y Urzaiz. La imaginación volvió a Sarrià. Fue el navarro, el hombre más incisivo, quien de cabeza, tranquilizó a la gradería. El gol tuvo efectos balsámicos y el Espanyol mejoró de forma notable y dibujó un juego rápido y vertical similar al de sus mejores partidos de la temporada.

El Mérida se fue diluyendo. Quique Martín, un hombre de refresco en la segunda mitad, no pudo coronar el par de jugadas que inició y frustró el aplomo de Ton¡. No intimidó entonces el Mérida. No se intuía que pudieran empatar. Urzaiz desequilibró el choque con una jugada calcada a la primera y Sarrià terminó su desazón.

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