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FÚTBOL 34ª JORNADA DE LIGA

El Celta regresa a la vulgaridad ante el Valladolid

El Celta regresó a la vulgaridad que le ha acompañado durante parte del campeonato. Le bastó poco; fue suficiente con encontrarse con una defensa más poblada de lo habitual y con perder a un abrelatas como Sánchez para recuperar su peor imagen. Lo hizo en una de las citas más esperadas por Balaídos, ante el Valladolid que lo pudo enviar a Segunda B durante la crisis de los avales. En un final de temporada sin apenas alicientes era una exigencia de sus seguidores vengar a los de Cantatore. No fue así, pero silenciosamente los de Vigo van sumando jornadas sin perder en su feudo. Ya son 13. No ocurría algo semejante desde hace 25 años.La propuesta de Cantatore fue tan antigua cómo eficaz. El chileno superpobló el entorno del área y buscó en su banda derecha una válvula de escape para las acciones ofensivas. Logró su objetivo, porque el Valladolid sedó el juego y fue minando la moral céltica. El planteamiento que sirvió a los de Santos para golear al Español y al Athletic se demostró ineficaz ante un equipo especulativo como el que ayer tuvo en frente. Durante todo el partido el Celta fue un grupo excedentario en el centro del campo y en minoría en el ataque. Además, el Celta añoró a Sánchez.

Tan malo era el aspecto del encuentro que Santos revolucionó el equipo antes de la media hora. Cambió a Aguirretxu de banda para frenar la salida del Valladolid y adelantó a Ratkovic a colaborar con Gudelj. Se equivocó. Con la nueva disposición táctica el Valladolid se sintió más cómodo, agarró el balón y excitó su ambición. Pero cuando mayor era la debilidad céltica llegó su gol. Fue el de la única forma posible, desde fuera del área, al otro lado de la infranqueable barrera pucelana. Y fue del hombre de mayor progresión en los últimos partidos: Merino, que viene saliendo a gol por partido. Agarró un balón suelto y lo pegó al palo izquierdo de César.

No tuvo el tanto el efecto psicológico que se le atribuye a los logrados al filo del descanso. El Valladolid reclamó mayor protagonismo en la segunda mitad y lo encontró por las dos bandas. El gol de Gutiérrez fue fruto de un despeje desafortunado y justificó el mejor argumento blanquivioleta: su inagotable insistencia hasta el gol.

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