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Entrevista:MALOU CERUTTIPINTORA

"Madrid es afecto y libertad"

La mirada transparente de Malou Cerutti filtra ale gría mansa, vitalidad. Tiene el cabello suavemente rojo. Los ojos, en esa frontera de humo durmiente que une el azul y el gris. Observa de una forma en volvente y cálida, cómo buscando la esencia pro funda de las cosas. Su voz resuena con un timbre metálico, llena de persuasión tranquila. Bonaerense de nacimiento y mendocina de siempre, esta mujer, madre de tres hijos y hoy en el es plendor de su cuarta década, tiene unas ma nos especiales. Son las que le han convertido en una de las pintoras más singulares de Madrid. Con ellas, sin intermediación alguna de pinceles, ha conseguido plasmar la riqueza de su mundo interior: los sombríos meandros del dolor sufrido -su esposo, Omar, ingeniero, cristiano y apolítico, y su padre, Vitorio, acaudalado hacendado cuyano, fueron secuestrados por la Junta Militar argentina en 1977 y jamás aparecieron-; también sabe plasmar las restallantes alamedas de color y de emoción por las que hoy discurre su regreso desde las lágrimas hasta la vida. Licenciada en Bellas Artes, también en Comunicación, vivió varios años en México hasta que un viaje de trabajo a Madrid le hizo iniciar un idilio ininterrumpido con esta ciudad. "Madrid es mi ciudad, me dije al llegar: aquí soy libre", recuerda con una sonrisa. Malou Cerutti expone algunos de sus mejores lienzos, junto con los de otros 12 pintores argentinos y españoles, en la exposición Nunca más, un canto para recuperar la memoria y atajar el olvido de los desaparecidos en Argentina bajo la dictadura militar (1976-1983). Pregunta. ¿Cómo consiguió reponerse del trance vivido?

Respuesta. Gracias al amor a mi esposo y a mis tres hijos. El dolor se halla en el origen de mi creatividad. Pero nunca caminé por el sendero de la venganza.

P. En su retorno desde el dolor, ¿qué papel desempeñó la pintura?

R. Un papel decisivo para combatir la locura a la que tanto terror conducía.

P. ¿Qué le ofreció Madrid?

R. No pude imaginar que existiera tanta solidaridad como la que encontré en Madrid. Mis vecinas se volcaron en ayudarme, numerosos pintores hicieron otro tanto; con el aprecio de todos ellos restañé buena parte de las heridas que traía abiertas. Madrid me brindó lo que tiene, lo que es: afecto y libertad. ¿Se puede pedir más? Todo ello lo logré al descubrir que el amor es mucho más grande que el odio y la muerte.

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P. ¿Cuál es el color de Madrid?

R. El ocre luminoso.

Ese color restalla sobre su último lienzo. En él, la luz, que irradia entre destellos de rosa y de plata, ha conseguido ahuyentar por completo las tinieblas.

Nunca más. Pintores argentinos y españoles por la memoria y contra el olvido. Galería Ana Ortíz. Calle del Acuerdo, 20.

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