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CiU y PP escenifican sus distancias ante las elecciones catalanas

Nervios, descalificaciones y fidelidades ante la proximidad de los comicios

Francesc Valls

"Señor Pujol, los tiene así de gordos..." o "el presidente de la Generalitat malversa fondos públicos" son dos frases -la primera de ellas muy gráficamente expresada- que han salido recientemente de boca de dos diputados del Partido Popular en plenos o en comisiones del Parlamento de Cataluña. La imposibilidad de manifestar en votaciones la distancia entre Convergència i Unió (CiU) y el Partido Popular lleva a afilar la única arma que queda: la palabra. Los argumentos políticos se acabaron en mayo del año pasado, cuando se cumplió la totalidad de los pactos del hotel Majestic, que han ligado para bien y para mal a nacionalistas y conservadores durante toda la legislatura. Y ahora las elecciones catalanas están a la vuelta de la esquina. "Hace seis meses pronostiqué que este fin de legislatura sería así", asegura el secretario general de Convergència Democràtica, Pere Esteve. "Entre CiU y el PP no hay voluntad de ruptura, seguimos apostando por los presupuestos", agrega Josep López de Lerma, portavoz de Grupo Catalán en el Congreso de los Diputados. Pero los problemas existen. "En CiU entendemos mejor que en el PP la dialéctica entre estabilidad y discrepancia; ellos han sido capaces de dar alcaldías de Cataluña a la izquierda antes que pactar con nosotros y han votado contra nosotros dos en el Parlamento catalán, lo que nosotros no hemos hecho nunca con ellos en el Congreso de los Diputados", añade Esteve. Porque CiU no se permite la más mínima alegría contra sus socios parlamentarios en la Cámara baja, aunque sean casos como el del caos aéreo y el ministro de Fomento, Rafael Arias-Salgado, o la investigación parlamentaria sobre el ministro portavoz, Josep Piqué.

El portavoz adjunto del Grupo Catalán, Manuel Silva (UDC), afirma que: "No podemos generar una situación de gran debate en algunos asuntos y votar a fin de año a favor de los Presupuestos Generales del Estado; la opinión pública no lo entendería". CiU aspira a que el PP no produzca desde ahora y hasta fin de año proyectos legislativos que incomoden a la coalición nacionalista. "En Cataluña es distinto, el PP se puede permitir posturas más testimoniales sabiendo que no afectan la gobernabilidad de Cataluña", manifiestan desde el Grupo Catalán.

La agresividad del PP catalán ha sido frenada en diversas ocasiones desde la calle de Génova o desde el propio Gobierno central. Aunque los populares catalanes lo niegan oficialmente, desde CiU se afirma que el propio vicepresidente primero del Gobierno, Francisco Álvarez-Cascos, tuvo que parar a los populares catalanes en su intención de sumarse a las fuerzas de izquierda del Parlamento de Cataluña para pedir la celebración de plenos durante todo el mes de julio. Los nacionalistas catalanes han expresado su malestar por la agresividad verbal que emplean los conservadores en el Parlamento catalán. Una agresividad que aumentará a medida que crecen los nervios ante las elecciones autonómicas del próximo otoño y con un balance de las pasadas municipales francamente malo: el Partido Popular sólo ha logrado en Cataluña en las últimas elecciones locales gobernar sobre 11.000 catalanes y 13 localidades, lo que le coloca por detrás de todas las demás fuerzas parlamentarias.

Pero lo más inquietante para CiU es que por vez primera se enfrenta a un competidor de la talla de Pasqual Maragall, lo que obliga a la coalición nacionalista a ocupar la totalidad del espacio que el PP y CiU comparten con fortuna desigual desde el fin de Uninón de Centro Democrático.

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