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Rugova: "Llevo un mensaje de reconciliación a los serbios de Kosovo para que regresen"

Roma Bronceado, relajado y optimista, Ibra- him Rugova, de 55 años, líder moderado kosovar, se dispone a regresar a Pristina, la capital de un territorio que abandonó en condiciones de gran dramatismo, hace un par de meses, y a adonde está deseando volver, "ahora que soy libre por primera vez", dice sonriendo. Entrevistado por EL PAÍS en Roma, donde ha residido durante todo este tiempo, Rugova justifica la calma con la que se ha tomado el esperado regreso aludiendo a "razones de seguridad", e insiste en defender la posibilidad real de que serbios y albaneses sigan viviendo juntos en un Kosovo independiente, descartando la unión con Albania. "No he dejado de pedir a los serbios que regresen a Kosovo. Creo que hay que poner las bases de la reconciliación y perdonar".

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Resulta sorprendente que casi un mes después de terminada la guerra de Kosovo, con centenares de miles de refugiados de regreso ya en su país, a Ibrahim Rugova le retengan en Roma extrañas cuestiones. "Hay algunos problemas de seguridad, mi equipo de ayudantes está trabajando ya sobre el terreno y espero que la situación se resuelva pronto", dice Rugova, instalado en uno de los espléndidos salones del edificio que ocupa en Roma la Comunidad San Egidio, un grupo religioso mediador en conflictos cuya intervención fue crucial a la hora de lograr la liberación de Rugova. ¿Teme represalias del Ejército de Liberación de Kosovo (ELK), no del todo satisfecho con el comportamiento del líder moderado a lo largo de la guerra? Rugova, que viste un elegante traje oscuro, y por primera vez, no lleva la eterna chalina al cuello, niega este extremo rotundamente: "No, simplemente queda mucha gente armada todavía. Hay serbios". En estos momentos, sin embargo, para las fuerzas de la OTAN desplegadas en la zona, la dificultad parece centrarse en controlar a los miembros de la guerrilla albanesa, especialmente ingobernables en el área de Prizren, bajo control alemán, y en Pec, donde los legionarios españoles han tenido serias dificultades para proteger a los civiles serbios. Rugova, natural de Pec, reconoce que son dos zonas especialmente complicadas, pero añade, "después del acuerdo que se alcanzó entre Mike Jackson y los dirigentes del ELK, se está desarmando al ejército kosovar y ahora se verá si quiere transformarse en una fuerza de policía o en una fuerza política. Puede que haya algunos que se nieguen a devolver las armas, pero habrá que convencerles de que lo hagan. Por fortuna, la gente está regresando a Kosovo y eso va a contribuir a calmar la situación".

¿Volverá entonces la semana próxima? "Sí", dice escuetamente. "Quiero ver a mi gente, entrevistarme con las autoridades militares, con la administración, con el representante europeo, Bernard Kouchner". Rugova piensa entrevistarse también con el líder del ELK, Hashim Taqhi. "Tenemos que discutir las diferentes alternativas sin crear conflictos entre nosotros". En cuanto al poder político que ha adquirido Taqhi durante el conflicto, que, de hecho, le convierte en un peligroso rival, Rugova lo minimiza. "Puede que exista una división de partidos, pero no en el pueblo. Yo he sido elegido presidente de Kosovo por el pueblo".

Rugova cree posible la reconciliación entre todos los kosovares, serbios y albaneses, pese a los horrores de la guerra. "Hay que crear las condiciones para que los serbios que se han marchado regresen a Kosovo, hay que ofrecer una verdadera perspectiva de desarrollo económico y político a nuestra nación", dice. ¿Y los horrores de la paz? ¿Cómo juzga las represalias de los albanokosovares sobre los serbios? "Creo que se trata sobre todo de casos aislados. Los culpables son seguramente sujetos aislados del ELK. Aparte de que en determinados casos lo que ha habido es una enorme propaganda de Belgrado. Un poco para decir: "Lo veis, atacan a los serbios". Ataques que yo lamento, en cualquier caso. Hay que hacer un esfuerzo de reconciliación. Hay que perdonar. Hay serbios que se han quedado y hay que detener esa tendencia".

No entra en los planes de Rugova una unificación de Kosovo con Albania, pese a que reconoce el valor sentimental que tiene. "Es normal que un mismo pueblo quiera estar unido", dice. Pero el sueño de la Gran Albania, que también acariciaba el fallecido dictador comunista Enver Hoxha, le parece inadecuado para la actual situación. "Podría inquietar a nuestros vecinos, Macedonia, Grecia, la propia Serbia", dice convencido. "Un Kosovo independiente dará más seguridad a estos países, Serbia incluida", añade.

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La independencia muy cerca

Rugova se agarra a los Acuerdos de Rambouillet, cuando se le pregunta por su calendario político. "Se hablaba de tres años de administración transitoria, puede que se necesite más o menos", dice, "pero para nosotros lo ideal sería que se celebraran lo más rapidamente posible las elecciones en Kosovo". En todo caso, la independencia está al alcance de la mano, cree él, mal que le pese al Gobierno de Belgrado. "No creo que pueda oponerse, sobre todo si Serbia quiere formar parte de la comunidad europea, integrarse en Europa". ¿Cree posible la coexistencia de un Kosovo independiente con una Serbia gobernada por Slobodan Milosevic? "Es una cuestión que atañe a los propios serbios, pero confío en que se producirá un cambio democrático en el país". El ejemplo inquietante de Bosnia, donde la convivencia sigue estando tutelada por las fuerzas de paz internacionales no encaja con la situación de Kosovo, según Rugova. "En Bosnia hubo una guerra que duró tres años, había tres comunidades con sus respectivos ejércitos luchando entre sí, y las heridas han sido mucho más profundas. En Kosovo tenemos una mayoría albanesa y una minoría serbia. Por fortuna la guerra ha durado sólo un año. Existe una buena base para el optimismo".

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