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GENTE

- ERNESTO DE HANNOVER GOLPEA DE NUEVOEl príncipe Ernesto Augusto de Hannover, esposo de Carolina de Mónaco, ha vuelto a meterse en líos. Esta vez ha sido en Kenia, donde el volumen de la música de una discoteca cercana a la residencia donde pasaba unos días de descanso fue el origen de su ataque a Joe Brunnlehner, propietario de la sala de baile, a quien envió a la unidad de cuidados intensivos de un hospital de Mombasa. El aristócrata espera ahora las conclusiones de la investigación policial, que pueden llevarle a la cárcel o, como mal menor, a su expulsión del país. El jefe de una de las más antiguas dinastías de la nobleza alemana, emparentado con la familia real inglesa, disfrutaba de unos días de vacaciones, junto a la hija de Raniero de Mónaco, en su propiedad de Lamu, una apacible isla en el océano Índico. Según ha informado la policía local a la prensa alemana, el príncipe, de 45 años, denunció en un primer momento a quien ha acabado presuntamente por convertirse en su víctima, un arquitecto germano propietario de una discoteca en la cercana isla de Manda, por el elevado nivel de decibelios que emitía el local. Según aseguran testigos presenciales, cuando Brunnlehner llegó en barco el pasado jueves a Lamu para recoger a los funcionarios kenianos encargados de medir la intensidad de la música fue golpeado con un puño americano por Ernesto de Hannover, que no paró hasta verlo en el suelo con la cara y el pecho cubiertos de sangre. El príncipe alemán iba acompañado de una quincena de nativos, armados con palos y piedras. Desde el hospital donde se encuentra ingresado, Brunnlehner ha declarado sentirse feliz "de estar todavía vivo" tras el ataque. Según la versión del empresario del ocio, "un nativo me sostenía mientras el príncipe me golpeó. Cuando intenté huir, me pegó de nuevo, hasta tres veces". El noble ha reconocido su acción ante la policía y ha confesado haber actuado en nombre de todos sus vecinos, molestos por la presencia de la discoteca, situada en la vecina isla de Manda, de la que le separa un estrecho brazo de mar. No es la primera vez en la que el esposo de Carolina de Mónaco es protagonista de un incidente violento, y ya en diciembre de 1998 fue condenado a indemnizar a un fotógrafo al que rompió la nariz a paraguazos.- AGENCIAS, Nairobi

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