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Tribuna:CIRCUITO CIENTÍFICO
Tribuna
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El Espacio Europeo de Investigación

El pasado enero, la Comisión Europea presentó un proyecto para construir el Espacio Europeo de Investigación. Desde entonces, y con notable éxito a todos los niveles, el comisario Philippe Busquin se ha lanzado a una actividad frenética de promoción del concepto entre los políticos (Cumbre de Lisboa, Consejo de Ministros de Investigación, Parlamento Europeo), los investigadores y las organizaciones involucradas en investigación y política científica.

El Espacio Europeo de Investigación (EEI) es un proyecto cuyo objetivo es aumentar el impacto de los esfuerzos de investigación, reforzando la coherencia de las actividades y de las políticas científicas hoy vigentes en los países de la UE. Alcanzar ese objetivo contribuiría a la integración europea. El EEI es un proyecto de largo recorrido, que, sin duda, hará uso del Programa Marco (PM) -instrumento de aplicación del presupuesto de investigación de la UE- como herramienta.

En la coordinación de los programas nacionales, me atrevo a predecir un gran debate en el que cualquier avance será para beneficio de la investigación en Europa

Un documento de la Comisión, dado a conocer el pasado mes de octubre, intenta responder a la pregunta '¿Cómo hacer realidad el EEI?'. El documento expresa con claridad meridiana que el PM, con su formato e instrumentos actuales, no es adecuado para conseguir los objetivos del EEI. Expresa con igual claridad que, sin el compromiso activo de los estados miembros de la UE, el proyecto no progresará a causa de la falta de coordinación entre las actividades investigadoras de los distintos países de la UE. La falta de coordinación supone, muy a menudo, un obstáculo insalvable al generar duplicaciones, y no permite establecer la deseable competición a escala europea, ni definir una auténtica política científica para Europa. La Comisión presenta, para el debate, una serie de propuestas, que, en su opinión, permitirían caminar hacia el EEI. Es cierto que en el texto se confunden, a menudo, las propuestas dirigidas al EEI con las que parecen ser indicios de la estructura de próximo PM. En lo que sigue comentaré solamente cinco de las propuestas.

- Investigación básica. Entre la comunidad científica en Europa existe cierta perplejidad, preocupación e irritación por la poca atención que en el PM se presta a la investigación básica. En Bruselas se defienden señalando que en ciertos programas específicos sí se ha financiado investigación básica. Sin duda; pero a niveles menores de los deseables y casi nunca planteada como una investigación guiada sólo por el objetivo de avanzar en el conocimiento, y no por el de unos resultados inmediatamente aplicables. Las recientes propuestas de la Comisión parecen proporcionar una cierta esperanza para incluir investigación básica de excelencia. Desconozco el formato que se dará a esta medida, si llega a implantarse, pero ya son muchos los investigadores que se preguntan por qué Europa no tiene un equivalente a la National Science Foundation de EE UU. No creo que el asunto esté maduro, pero, sin duda, habrá que caminar en esa dirección.

- Infraestructuras. La comunidad científica está de acuerdo en que disponer de la adecuada infraestructura es imprescindible. Las grandes infraestructuras casi siempre dan lugar a centros de excelencia, mantienen niveles competitivos con otras potencias y generan el entorno adecuado para atraer a los investigadores jóvenes (el CERN sería uno de nuestros mejores ejemplos). En Europa, a pesar de los éxitos alcanzados, debería abordarse el asunto de infraestructuras científicas con visión de futuro, futuro en el que la Comisión jugaría un papel importante. La postura de los Estados miembros de la UE al respecto es primordial, aunque hasta ahora, vaga o no manifestada.

- Red de programas nacionales de investigación. Considero este punto de la máxima importancia y también de la máxima dificultad. Es obvio que, si un día los programas de investigación de los diferentes países son accesibles a cualquier investigador establecido en Europa, se habrá llegado a un nivel de eficiencia notable. En la práctica, estamos tan lejos de ello que quizás habría que apuntar a objetivos alcanzables en un plazo razonable. La organización que hoy me emplea, la European Science Foundation (Fundación Europea para la Ciencia), donde se sientan organizaciones científicas de 24 países europeos, ha contribuido modestamente al objetivo de coordinación de esfuerzos de investigación. Digo modestamente porque hemos constatado enormes reticencias a tal coordinación. Consecuentemente, hemos recibido con agrado el impulso político de la Comisión, puesto que coincide plenamente con el objetivo y misión de la fundación. Los mecanismos de coordinación pueden ir desde un intercambio de información más sistemático hasta la estimulación de acciones conjuntas en temas de interés común a algunos países. En este asunto, me atrevo a predecir un gran debate, en el que cualquier avance será para beneficio de la investigación en Europa. De nuevo, la voluntad de los países resultará esencial.

- Grandes proyectos. La propuesta de la Comisión en cuanto a concentrar una parte de sus esfuerzos en grandes proyectos se comprende tanto desde el punto de vista de focalización como de eficiencia administrativa. Lidiar con unos cuantos proyectos, y no con miles de ellos, tiene obvias ventajas para la gestión. Sin embargo, la propuesta ha generado una gran preocupación entre la comunidad científica, que sobrevive a partir de pequeños proyectos. Algunos investigadores han querido ver en ello un anuncio de la predisposición de la Comisión a financiar grupos industriales - quizás consorciados con grupos académicos-, para los que los grandes proyectos son una forma de financiación de su actividad industrial. Sea cual sea la situación, creo que la Comisión debería ser sensible a la diversidad de los proyectos de investigación, y, en consecuencia, considerar que los pequeños proyectos son tan importantes como aquellos que necesitan una inyección masiva de fondos.

- Ciencia y sociedad. Los documentos hechos públicos por la Comisión incorporan las preocupaciones acerca de las relaciones entre científicos, empresarios, políticos y ciudadanos. Para ello, propone establecer nuevas formas de diálogo entre los diferentes actores. Al mismo tiempo, se llama la atención acerca de cómo los diferentes actores, y en particular usuarios y ciudadanos, deberían contribuir al diseño de la agenda científica. Opino que la única forma de avanzar en estas líneas es establecer rigurosos programas de investigación, cuyos objetivos sean precisamente la comprensión de los fenómenos de percepción de los avances científicos por parte del público, la incorporación del concepto de riesgo y las formas adecuadas de comunicar información científica. Los resultados de esta investigación pueden ayudar a clarificar situaciones que hoy parecen confusas. No resisto poner como ejemplo que la pésima práctica industrial en alimentación animal, generadora de la encefalopatía espongiforme y su posible transmisión a los humanos, haya sembrado dudas acerca de la práctica científica.

Los debates generados alrededor del EEI han dado lugar a cierta ilusión entre los científicos, y una mezcla de ilusión, escepticismo y preocupación entre los responsables de las políticas científicas nacionales. Hay quien opina que el ambiente es favorable para un cambio, aunque no comparto esta opinión en su totalidad. Sin embargo, si la situación no es la mejor de las esperables, la oportunidad esta ahí, y no es cosa de desaprovecharla.

El diseño del VI Programa Marco se está realizando a toda velocidad en Bruselas. La Comisión debe presentar una propuesta formal en febrero del año 2001, para luego entrar en un periodo de debate con el Parlamento Europeo, con el Consejo de Ministros y otros lobbys que intentarán modificarlo a su favor. Teniendo en cuenta el calendario y algunos retrasos previsibles, no sería de extrañar que la aprobación definitiva del Programa Marco y el pistoletazo para la construcción de un EEI se produjera en el primer semestre del año 2002, bajo presidencia española de la UE.

Enric Banda es secretario general de la Fundación Europea para la Ciencia en Estrasburgo (secgen@esf.org)

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