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Reportaje:

Prostitutas a revisión médica

Valencia estrena como experiencia piloto un control sanitario de las chicas de los clubes de alterne

La normalización de la prostitución pasa ya, desde que la Asociación Nacional de Empresarios de Locales de Alterne (ANELA) entrara en escena, por una acreditación de los clubes -cual ISO 9002- que certifica que se cumple un protocolo y por un certificado de buena salud de las profesionales del placer previo pago.

La experiencia piloto, en Valencia. El mecanismo, sencillo, aunque de momento poco extendido. El laboratorio de análisis clínicos del Javier Pérez Sanahuja -quien además de pinchar, extraer y analizar sangre tiene tablas en el mundo de los servicios más íntimos y acredita buenos trabajos de fotografía- será el centro de referencia, con cuatro profesionales disponibles, para seis locales de Valencia: tres de la ciudad y otros tantos en el extrarradio. En esos burdeles first class trabajan alrededor de 200 mujeres. Cada una de ellas, carga a su cuenta el coste de las analíticas al precio de 10.000 pesetas y tendrá que dejar que le tomen muestras cada 30 ó 35 días. Y así sabrán si están libres de sida, de hepatitis C, de hepatitis B, gonococos patógenos en la garganta, cándidas, tricomonas, gadnerellas, chlamydias y otros peligros propios de su constante actividad.

Las que pasarán el control de calidad en ese laboratorio, en cuanto a estado de salud, tienen entre 22 y 35 años. La mayoría procede de países del Este, otras muchas de Colombia y Brasil. Mantener su trabajado estará directamente ligado a poseer debidamente actualizada una tarjeta -hay de cartón pero en breve magnética- que dé fe de la seguridad, en materia de enfermedades, de practicar sexo con ellas. Javier Pérez Sanahuja insiste en que éste es un servicio más para garantizar la calidad del servicio y que no existe contraprestación alguna, que la información es confidencial, que mediante carta se les recomendará, si así procediera, la visita al especialista que convenga así como la retirada del plantel de ofertas del club mientras no se eliminen las patologías detectadas.

El protocolo de ANELA que deben cumplir los locales adscritos a esa patronal tiene tres 'mandamientos': no drogas, no menores de edad, no personas que trabajen a la fuerza. El mismo protocolo, y si es con placa de excelencia aún más, marca una distinción de las mujeres dispuestas a los caprichos del cliente. Sin embargo, el cliente sólo tiene la obligación de pagar. Conviene que esté sereno, que no use la fuerza... pero no se le exige certificado alguno de buena salud.

La demostración de que la iniciativa se lleva a la práctica con naturalidad y rapidez se pudo comprobar ayer en el club El Cisne. Javier Pérez trasladó allí su instrumental -como así hace habitualmente, ya que es él quien visita a las chicas en su lugar de trabajo y no éstas las que van a la clínica- y entre esculturales cuerpos, tacones de plataforma a juego con prietos tops carmín, leopardo y negro, entre melenas escotes tan bajos como altas las minifaldas, entre pieles del blanco al azabache, hizo ensayo con dos habituales del local que con el compromiso de esconder su cara extendieron el brazo para gran gala de un grupo de empresarios. Las 'voluntarias' para el espectáculo reconocieron una ventaja de El Cisne: 'Aquí puedes decir que no a un hombre'.

El analista Javier Pérez Sanahuja, ayer, revisando a una mujer en un club.
El analista Javier Pérez Sanahuja, ayer, revisando a una mujer en un club.JOSÉ JORDÁN
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