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GUERRA CONTRA EL TERRORISMO

Hallado ántrax en los departamentos de Estado y de Sanidad

Enric González

El levísimo reguero del ántrax sigue extendiéndose por los edificios oficiales de Washington. El Departamento de Estado anunció ayer el descubrimiento de 'cantidades muy pequeñas' de la bacteria en dos de sus dependencias de correos situadas en la sede principal y en una valija diplomática que iba a ser enviada a la Embajada de Estados Unidos en Perú. También se detectó un rastro de ántrax en un edificio que aloja al Departamento de Sanidad, a la Administración de Alimentos y Drogas y a la emisora La Voz de América.

Un portavoz del Departamento de Estado indicó que al menos una parte del ántrax, que por el momento no ha obligado a cerrar la sede para someterla a desinfección, apareció en cartas dirigidas al Programa de Recompensas de la Justicia, una iniciativa con la que se remuneran las informaciones confidenciales relativas a los organizadores de los atentados del 11 de septiembre o de acciones similares en el futuro.

Los miembros del Tribunal Supremo tuvieron que reunirse fuera de la sede de la institución, por primera vez desde que se construyó el edificio, en 1935, porque proseguía la inspección y desinfección en sus oficinas. El Supremo, en cuyas oficinas de correos se detectó contaminación por ántrax el pasado viernes, permanecerá cerrado también hoy. Los jueces, mientras tanto, trabajan en dependencias prestadas por un tribunal federal.

La difusión de ántrax a través del sistema postal ha causado por el momento daños relativamente limitados. Han muerto tres personas, cinco han contraído la enfermedad por las vías respiratorias y otras cinco sufren infecciones cutáneas, entre las 32 personas expuestas a la bacteria. El último caso de enfermedad pulmonar se confirmó el domingo por la noche; la víctima es un cartero de Nueva Jersey, la zona donde parece encontrarse el epicentro de la misteriosa trama.

Inquietud extrema

El ántrax no ha causado daños masivos entre la población, pero está convirtiéndose en un problema grave para la Administración de George W. Bush, que parece incapaz de atajar unos sucesos que producen una inquietud extrema entre la población. El FBI lleva semanas investigando quién está detrás de la propagación de la bacteria, sin resultados hasta el momento. Ninguna pista permite establecer relación entre los atentados con ántrax y el grupo Al Qaeda, al que pertenecían supuestamente los autores de los atentados masivos del 11 de septiembre.

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Los automóviles que utilizaban Mohamed Atta y Waleed Alshehri, dos de los secuestradores aéreos que lanzaron aviones contra las Torres Gemelas neoyorquinas, han sido analizados exhaustivamente sin que apareciera el menor rastro de esporas. Entretanto, crecen las especulaciones en torno a la posibilidad de que la difusión de ántrax proceda de ciudadanos estadounidenses de extrema derecha o enemigos del Gobierno federal.

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