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Reportaje:FÚTBOL | La semana del gran clásico

El '30' y su gran día

Raúl Bravo, que tuvo una infancia difícil, espera al Barça con más osadía que cautela

Raúl Bravo esperaba escuchar otra cosa, lo que le habían contado. Que el entrenador, minutos antes de su debú con el primer equipo del Real Madrid, le diría que tranquilo, que no se complicase la vida, que si fallaba no pasaba nada... Pero Del Bosque le dijo todo lo contrario. Lejos de liberarle de tensión, se la multiplicó a propósito. 'Es tu momento, el Bernabéu lleno, la oportunidad de tu vida. Así que juégatela. Más vale que falles por intentarlo, que por esconderte. Mejor ser osado que cobarde'. Así que Bravo, de 20 años, que creció en Gandía en un ambiente familiar difícil, que nada más llegar al Madrid, con 15 años, tuvo que digerir la muerte de su padre por enfermedad, que lo ha pasado realmente mal, se prohibió el fracaso. Saltó al Bernabéu, se comió a Etxeberria, pasó por encima de cuanto rival se le cruzó en sus carreras por el costado izquierdo y se ganó media docena de ovaciones. Después le hizo un homenaje a su camiseta, el 30, que ya reposa enmarcada en la pared de su casa de Gandía, en la que viven su madre y sus tres hermanos pequeños.

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Hoy, casi un mes después de aquel estreno y en vísperas del Real Madrid-Barcelona, Raúl Bravo conserva el mismo grado de excitación -'no sé si voy a jugar y tampoco quiero obsesionarme. Hago esfuerzos por quitármelo de la cabeza, pero no lo consigo'-, pero ha cambiado de imagen. Bravo se ha dejado crecer el pelo en un acto de rebeldía. Lo llevaba rapado el día de su debú, pero no le gustó que la gente le confundiese con Roberto Carlos, que creyese que lo llevaba así precisamente por mimetismo con el brasileño. 'Me lo rapo todos los veranos', dice como herido en su orgullo, 'y ya lo llevo un poco más largo'.

No reniega, en todo caso, de Roberto Carlos, su principal referente. 'Es un portento físico, fuerza, velocidad y técnica. No sé si podré llegar a tanto...' De pequeño, como jugaba de delantero, su ídolo era Lubo Penev, que jugaba en el Valencia y también era zurdo.

De tantas veces que se los ha revisado en vídeo, Raúl Bravo se ha aprendido de memoria sus cinco partidos con el primer equipo -Athletic, Pájara, Alavés, Villarreal y Lokomitiv-. Y, sobre todo, su mejor jugada: 'Contra el Villarreal. Un balón que me pasa McManaman. Recibo, me voy de uno por velocidad, la pongo y no llegan ni Raúl ni Morientes. Fue un detalle de confianza y seguridad'.

Durante buena parte de la semana, Raúl Bravo ha estado pensando en Geovanni -'la clave es que no reciba, anticiparme; y si la recibe, entonces aguantar'-. Ahora, más bien, le toca concentrarse en Rivaldo, de repertorio tan amplio que apaga las ganas de trazarse cualquier plan. Sin embargo, durante las próximas horas su gran preocupación será Roberto Carlos, que amenaza con jugar ante el Barcelona pese a lo que recomienda su rodilla. Raúl Bravo no lo dice, pero prefiere que su compañero no se arriesgue.

Raúl Bravo, en su debú frente al Athletic.
Raúl Bravo, en su debú frente al Athletic.ULY MARTÍN

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