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Elecciones Europeas
Columna
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¿Una decisión equivocada por precipitada?

Nadie pone en duda la corriente de simpatía que favorece al PSOE después del 14-M. Ni el desplazamiento a la izquierda del electorado que, en cierto modo, condicionará a su favor el resultado del próximo domingo en España, en las elecciones al Parlamento Europeo. Todas las encuestas lo anticipan y pronostican. Ni mucho menos nadie ignora la causa de ambos fenómenos en menos de 60 días, según el Centro de Investigaciones Sociológicas: la decisión de retirar la Brigada española Plus-Ultra del Irak a los pocos días de tomar posesión ZP de la Presidencia del Gobierno de España. Entre otras cosas, la opinión pública se mueve por sentimientos, y ella es la que manda y da el poder.

Pero si esto es así desde el punto de vista de la legitimación y del rendimiento electoral, ¿quiere decir esto que la decisión fue la más acertada en el tiempo desde otro punto de vista, el de la política exterior española? Ésta es la cuestión.

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Hace poco días, Antxon Sarasqueta, que no suele gustarme nada, relataba en un magnífico artículo suyo la respuesta de una joven estudiante polaca al preguntarle sobre su visión de Europa en una reciente visita a la ciudad de Varsovia: "Si hay que elegir, prefiero estar siempre del lado de los Estado Unidos, que son los que siempre nos han ayudado".

Y es verdad. En menos de sesenta años nos libraron a los europeos de marcar el paso de la oca, o de ser objetos de exterminio en manos de la GESTAPO o del NKVD. Que se lo pregunten a los viejos luchadores del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), del Partido Comunista de España (PCE) o de la CNT/FAI que asaltaron hace sesenta años las playas de Normandia, entraron en París, volaron puentes y nudos ferroviarios para facilitar el avance del VII Ejército en el valle del Loira o liberaron Toulouse. No es bueno olvidar la historia. Es lo que recordaba acertadamente Vicent Franch en su columna semanal titulada, precisamente, Normandia.

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Creer que un cambio de gobierno justificaba un radical abandono de compromisos adquiridos en política exterior comportaba un riesgo. Y todo, para dirigirse a un lugar en el que ya no queda nadie. Después de abandonarlo Francia y Alemania a toda prisa en las playas de Normandia el domingo pasado al sellar, de nuevo, la amistad multilateral con los Estados Unidos. Ya solo quedan las pesadas conferencias antiatlatistas en las salas semivacías el Forum de Barcelona. Solo hay que leer la resolución 1546 de la ONU para darse cuenta del restablecimiento de los puentes transatlánticos entre el eje franco-alemán y los Estados Unidos, o la agenda del G-8 en Sea Island, donde ambas orillas atlánticas vuelven a unir esfuerzo para superar, conjuntamente, el lió de Irak, la crisis petrolera, el avispero saudita y la amenaza de repunte de los tipos de interés.

Todo este panorama deja al actual Gobierno de España en una situación delicada, queramos o no. ¿Se equivocó Moratinos, como siempre, al consultar a los suyos, afuera, en Ramalah? ¿Desinformaron a Bono en su periplo preministerial y se lo creyó, desoyendo al CNI? Todos estábamos convencidos que tal como iban las cosas entonces en Irak convenía retirar las tropas españolas destacadas en Najaf y Diwaniya, pero algunas voces se preguntaron, también entonces, si era necesario hacerlo tan precipitadamente, y sin esperar a ver qué hacia el Consejo de Seguridad antes del 31 de junio. Y si este, de resolver, marcaría unas nuevas pautas que resultasen aceptables desde un nuevo planteamiento multilateral. Pero la respuesta fue fulminante: a la voz de mando, ¡media vuelta, ar¡ ¡de frente, ar¡ Todo un sinónimo de avanzar retrocediendo. Porque la nueva diplomacia española había comprobado -eso decía- que no habría ningún acuerdo de la Comunidad Internacional como el que al final se ha producido. Dos ministros para retirar, vaya.

El caso es que, ahora, los Estados Unidos han firmado un acuerdo preferencial, económico y armamentístico con un Marruecos que periódicamente amenaza las ciudades autónomas españolas de Ceuta y Melilla...y las Canarias; que los norteamericanos han hecho las paces con alemanes y franceses -estos últimos, los mismos que dejaron en la estacada a los republicanos españoles en la Batalla del Ebro, hace ahora sesenta cinco años-; y que la Comisión Europea ha tomado decisiones contra los intereses españoles en materia de algodón, aceite, tabaco, astilleros y minas de carbón. No os convenía en absoluto la foto de las Azores, pero tampoco la salida en estampida de Najaf y Diwaniya sin anticipar la reacción de Francia, Alemania, Gran Bretaña, Estados Unidos o Rusia.

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