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La iniciativa española pasa a primer plano

La dimisión del ex secretario de Estado de EE UU James Baker confirma el agotamiento de la capacidad negociadora del enviado del secretario general de la ONU, Kofi Annan, y sitúa en primer plano la iniciativa española que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, anunció a finales de abril en Casablanca.

No es pensable que nadie pueda conseguir en seis meses, como en un primer momento sugirió Zapatero, lo que el experimentado negociador que es Baker no ha logrado en los siete años que ha dedicado al tema. Pero sí es un hecho que la diplomacia española se ha movilizado a fondo con el objetivo de lograr un acuerdo entre las partes que, tras el fracaso del enviado estadounidense, no parece admitir más eje estructural que el de un referéndum de autodeterminación en el que no se contemple la independencia.

Obviamente, ése sería el punto final consensuado en un horizonte al que se llegaría, como en la segunda versión del Plan Baker, a través de un largo periodo de una autonomía tan amplia y efectiva como se precise para que el Frente Polisario pudiera plantearse ceder su última carta. La autonomía provisional bajo Marruecos ya la aceptaron los independentistas saharauis en los meses pasados, pero Rabat rechaza sentarse con ellos si la independencia está sobre la mesa.

Francia, Estados Unidos y, por supuesto, la ONU son los grandes actores que el Gobierno español tendrá que movilizar para dar peso a sus gestiones y lograr que también Marruecos se mueva en una línea de concesiones y reformas enmarcadas en lo que el propio ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, buen conocedor de la región, ha denominado un plan integral para el Magreb. Ahí entraría en juego el otro polo del conflicto y país anfitrión del Polisario, Argelia, que, bajo la presidencia de Abdelaziz Buteflika, ha dado muestras de que su apuesta es la estabilidad y el desarrollo.

El paso más importante dado hasta ahora por el Gobierno, tras los contactos con Rabat, fue la visita del secretario de Estado de Política Exterior, Bernardino León, a Tinduf, el pasado 19 de mayo, para entrevistarse con el secretario general del Polisario, Mohamed Abdelaziz. Fue la primera vez que un alto funcionario español pisó los campamentos de refugiados.

León trató de disipar la alarma de sus interlocutores, a los que aseguró que la posición española tradicional de defensa de los derechos de los saharauis no ha cambiado. Y expuso que la única alternativa al arreglo es azuzar las posibilidades de desequilibrio de una zona ya castigada por tensiones demográficas, económicas, culturales y políticas que son una amenaza para todos los que viven en ella.

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El presidente Zapatero dijo, por su parte, el pasado 29 de abril en París, que tenía el apoyo del presidente francés, Jacques Chirac, a su iniciativa. La prueba de fuego de estas gestiones será su capacidad de generar alguna novedad para el próximo octubre, cuando la ONU se plantee renovar el mandato de la Minurso, su fuerza para el Sáhara.

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