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Guantánamo y Abu Ghraib inspiran una obra de teatro

La indignación ante las felonías cometidas en la prisión de Abu Ghraib y la base militar de Guantánamo sirvió de punto de partida para el primer proyecto conjunto de los autores teatrales catalanes Enric Nolla y Ricard Gázquez. A partir de estos acontecimientos reales, ambos dieron forma a Sweet dreams, una obra que utiliza la abstracción para hablar de cualquier tipo de tortura. El espectáculo, dirigido por Gázquez, incorpora al público como personaje, aunque no reclama su participación directa. La pieza es una coproducción de la compañía catalana Niederungen y el teatro Tantarantana de Barcelona, donde se representa hasta el 8 de enero.

El proyecto empezó a gestarse hace un par de años y los autores temían que perdiera actualidad. Pero las noticias sobre vuelos y prisiones clandestinas de la CIA en Europa y las recientes declaraciones al respecto realizadas por la secretaria de Estado de EE UU, Condoleezza Rice, han permitido, tristemente, constatar su vigencia. "La obra habla de la tortura como sistema de represión ideológica", señala Gázquez. Según el director, Sweet dreams se interroga concretamente acerca de las interioridades de los centros de tortura que normalmente se esconden a la opinión pública, salvo excepciones como las escalofriantes imágenes de la cárcel iraquí de Abu Ghraib.

Dimensión artística

Los autores tenían una especial preocupación por plantear el tema desde un punto de vista distinto a como se ha reflejado en los medios de comunicación. "Queríamos darle una dimensión artística a todo esto", apunta Nolla. "Hemos evitado emitir juicios. El trabajo de los artistas consiste en mostrar lo que ocurre, en plantear interrogantes, y en todo caso los juicios debe emitirlos el espectador", añade.

La obra ha surgido de un proceso creativo que ambos califican de artesanal, en el que el texto se ha ido fijando día a día durante los ensayos. La retroproyección de imágenes, la ambientación sonora, la manipulación de objetos y el uso del vídeo completan el abanico de elementos de que se sirve la historia. Sus responsables destacan la absoluta entrega del equipo artístico, que se ha prestado gustoso a un método de trabajo poco habitual y menos cómodo que cuando se cuenta con un texto cerrado de antemano. Isabelle Bres, Màrcia Cisteró, Carles Cruces, Quim Dalmau, Mary Davidson, Harris Gordon y Arnau Vidal completan el reparto; son actores de distintas nacionalidades, y aunque el grueso de la obra es en catalán, también hay momentos en inglés, "que, lamentablemente, hoy en día es la lengua de la tortura".

La acción se sitúa dentro de 50 años, una estrategia de los autores para poder hablar del presente de una forma distanciada. La obra está planteada como una visita guiada a un centro de represión ya en desuso.

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