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Crítica:CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Ejemplar

No había dejado buen sabor de boca la última comparecencia de la Joven Orquesta Nacional de España (JONDE) en el Auditorio. Las cosas no salieron bien pero, sobre todo, parecía no haber ganas, lo cual es imperdonable en una orquesta juvenil. Había, pues, que sacarse la espina a la primera oportunidad y ésta ha llegado con un concierto ejemplar por muchas cosas. En primer lugar, por el programa, que ponía en pie algo de la mejor música de nuestro tiempo, incluyendo en él, además, una obra de uno de nuestros compositores más brillantes, reciente premio Nacional de Música.

Si había que repasar el siglo XX, la elección de las etapas no pudo ser más atinada en esta Academia de Música Contemporánea, en la que participan también el CDMC y la Fundación Caja Madrid. Cabían más opciones, qué duda cabe, pero la que unía los nombres propuestos tenía el atractivo de la variedad y el valor, valga decir pedagógico, de lo que, como alguien diría no sin un punto de frivolidad, marcó tendencia. Empezando por esa cualidad personalísima de la música de la rusa Sofía Gubaidulina que en su Concordanza, de 1971, señala una suerte de camino hacia lo primordial, hacia ese sueño que es también viaje interior. Con las Seis piezas, op. 6 de Antón Webern estábamos en lo esencial, en el adelgazamiento de las texturas para conseguir la máxima irradiación espiritual con el mínimo de elementos tímbricos. En la Sinfonía de cámara, el hoy tan preterido Franz Schreker lleva los postulados posrománticos al extremo mientras consigue, gracias al uso de un instrumentario limitado, una expresividad cálida y cordial. Junto a ellos, David del Puerto, que logra en Mito (1999) una de sus obras más directas y que se explaya en ella con la naturalidad que le caracteriza y por medio de un discurso lleno de invención e inteligencia. La pieza está estupendamente escrita para 13 instrumentistas, pero se diría que pide la gran orquesta, que se merece el plus de espectacularidad que lleva implícito. Quizá algún día se lo piense el autor. Y qué estupendo músico es el madrileño, cómo ha retenido lo mejor de sus maestros y de qué forma tan suya ha sabido volar solo.

Joven Orquesta Nacional de España

Juan José Olives, director. Obras de Gubaidulina, Del Puerto, Webern y Schreker. Auditorio Nacional. Madrid, 11 de noviembre.

La JONDE -reducida en sus efectivos por mor de las necesidades del programa- trató semejante propuesta con una entrega y una atención que son las que siempre deben corresponder a quienes se enfrentan a unas músicas tan llenas de sugerencias. Pero es que, además, ahí había un maestro de verdad que habrá sorprendido a quienes no supieran de su conocimiento y su dedicación a este repertorio. Juan José Olives negoció el programa con la tranquilidad y la falta de afectación que le son propias, desde la sabiduría y sin aspavientos. Todo sonó claro, diáfano, preciso y emocionante.

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