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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Respuestas de Manuel Cruz

Manuel Cruz

Quiero responder a las dos cartas aparecidas en su diario en las que se hacía referencia a mi artículo La identidad de una esquina, publicado en EL PAÍS el pasado 7 de diciembre. En la de don Mario Núñez, éste señala dos presuntos errores en mi análisis. El primero es el de no tener en cuenta que en el programa del PSC se aludía a la necesidad de un nuevo Estatut (dato que, según mi corresponsal, desmentiría mis afirmaciones acerca del desinterés social hacia el mismo). Yo no hablaba, en efecto, de programas, sino de la manera en que los responsables políticos presentaron a la ciudadanía, una vez iniciado el proceso, la supuesta necesidad de la reforma legal. Ése es un dato tan objetivo y verificable como el otro. Y el que explica, por cierto, las intervenciones públicas -yo mencionaba, por ser la primera, la de un responsable sindical, pero también podía haber aludido a algún prestigioso economista o a una directora de cine, que se pronunciaron en un sentido análogo- que a partir de un determinado momento surgieron como respuesta a la iniciativa, lamentando la fuerte carga simbólica e identitaria con la que se pretendía recabar la adhesión de los ciudadanos de Cataluña al proyecto.

En cuanto al segundo error, el matiz en las palabras de Maragall (según parece, olvidé un "probablemente") no alcanzo a ver en qué modifica mis afirmaciones. Creo, en cambio, que dejan en pie no sólo mi pregunta "¿en qué consistían tales equivocaciones?"

[cometidas en el proceso de elaboración del nuevo Estatut], sino todas las demás preguntas que formulaba a continuación. Por último, el señor Núñez dice coincidir conmigo en que, "igual que existe la España plural, existe la Cataluña plural". Celebro la coincidencia: ya sólo queda que esa doble realidad se vea representada donde debiera.

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Por lo que hace, en fin, a la carta de don Javier Fernández Sebastián, una cosa me importa mucho precisar, ya que, por lo visto, mis palabras no fueron suficientemente claras. En ningún caso reclamar el derecho a vivir "sin patria alguna" equivalía -al menos en mi intención- a renunciar a mi "estatuto jurídico como ciudadano". Pretendía señalar exactamente lo contrario: la conveniencia de que el debate político empezara a orillar las cuestiones de sensibilidad para dejar paso a los diferentes puntos de vista propiamente políticos (cuanto menos contaminados de emociones identitarias, mejor), entre ellos los de quienes no nos consideramos nacionalistas de ningún tipo. Eso no es ni "marginarse" ni "salirse por la tangente": es reclamar un derecho, el de que pueda ser oída la voz de todos en la plaza pública. Estoy seguro de que ahí nos encontraremos.

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