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El botafumeiro vuela de nuevo el domingo

Ayer por la tarde se sustituyó la cuerda vieja y durante tres días ensayarán los tiraboleiros

Después de dos meses sin ejercicio, los tiraboleiros de la catedral compostelana deberán entrenar fuerte jueves, viernes y sábado si quieren que el botafumeiro vuelva a volar con todo su brío, a diestra y siniestra del crucero, el domingo en la misa de 12.

Se ha echado encima la temporada alta y el incensario más célebre de la cristiandad descansa de sus viajes en el museo catedralicio. Todos los visitantes preguntan por él, y se van con las ganas. El botafumeiro está de baja laboral desde que, a finales de abril, los ocho trabajadores de la basílica responsables de su vaivén apreciaron un preocupante desgaste de la cuerda que lo soportaba.

La maroma -que ayer fue sustituida por una de fibra sintética que donó Tomás Marco, peregrino y fabricante de sogas en la localidad alicantina de Callosa de Segura- era de yute, lo mismo que la anterior y, como su antecesora, sólo aguantó el trajín de las misas romeras tres cursos.

"Esta maroma nueva es la peor de todas", se lamentaba ayer el tiraboleiro mayor

La última, para ser exactos, duró unos meses menos, porque los rodillos por los que corre la cuerda, pendida del cimborrio, estaban desgastados y la soga, además de rodar, oscilaba de izquierda a derecha y padecía el doble. Ahora, estas piezas pulidas por el tiempo tienen repuesto, y ayer se probaron con la nueva cuerda, de 65 metros y 65 kilos, la mitad de lo que pesaba la anterior soga.

El mecanismo, con los soportes de hierro anclados en los tirantes del crucero y los tambores (o poleas) de madera de castaño decorados con estrellas azules, se montó en 1602. Pese a los años, el ingenio, que sustituyó al primero, un entramado de vigas de madera tan tupido que no dejaba pasar la luz, sigue resultando perfecto.

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Con su sistema único para guiar las cuerdas y los dos tambores de diferente tamaño (el más grande manda la cuerda y tiene un diámetro de 58 centímetros; el más pequeño la recoge y mide 29), consigue lanzar el botafumeiro a 68 kilómetros por hora. Y en 80 segundos logra que el artefacto volador pase de describir un arco de oscilación de 13 grados a uno de 82, el que alcanza en su momento de máxima amplitud.

Claro que la mecánica, sin el arte de los tiraboleiros, no valdría de nada. Los hombres de esclavina granate que vuelan el incensario (empleados de la sacristía o del museo, de entre 32 y 75 años) notan grandes diferencias cada vez que se reemplaza la maroma o cuando, como en 2006, hay que usar otro botafumeiro (uno de plata, donado por los alféreces provisionales) mientras se restaura el oficial de latón plateado. Si la cuerda anterior (de 5 centimetros de díámetro, más gorda que su predecesora, de 4,7) resultó incómoda, la que ayer quedó instalada y que durante toda la noche permaneció tensada con un plomo de 100 kilos fue descrita por el tiraboleiro mayor como "la peor de todas".

"Es muy rígida", decía ayer Armando Raposo, que se inició como tirador en 1950 y encabeza el cuerpo desde 1964. "No sé cómo se le van a hacer los nudos. A lo peor tienen que terminar viniendo a atarla los valencianos".

Raposo añora las cuerdas de cáñamo, pero cuenta que ahora es imposible conseguirlas. "Ni siquiera en A Guarda", de donde vino la última que de éstas hubo en la seo, y que (con un grosor de 4,5) duró 10 años hasta 2001. "Ni siquiera en Callosa de Segura", aunque esta localidad se haga llamar "la ciudad del cáñamo".

"Estas cuerdas sólo valen para los barcos, pero el nuestro es un trabajo fino, de precisión". Ayer, cuando los trabajadores de Forjasa -la empresa del polígono del Tambre que se encarga de estos mantenimientos- empezaron a probar la cuerda nueva, el tiraboleiro mayor no escondía su desencanto. Hasta el domingo, los tiraboleiros esperan domesticar la soga, primero con el lastre de cien kilos; después, desde el jueves, con el botafumeiro y "la alcachofa", un contrapeso que cuelga en el cabo contrario y que antiguamente servía como lámpara, durante la Semana Santa, para iluminar la Custodia.

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