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Reportaje:LIBROS | Ensayo

La Naturaleza, escuela de la mirada

Puede que uno de los grandes temas con el que se abre el siglo XXI sea una alarmante mirada sobre el paisaje circundante, que es la forma en la que se nos revelan las naturalezas plurales que sobreviven al desarrollo de la civilización. La naturaleza y lo que percibimos en ella, el paisaje, son objeto de una reflexión cultural desde la que están surgiendo aportaciones novedosas y las editoriales se hacen eco de ello e, incluso, se emplean en el rescate de textos olvidados.

El paisaje entendido como revelación de la voluntad contemplativa en primer lugar personal, pero también como bastimento de la historia cultural y, en un sentido más amplio, como construcción social, está siendo objeto de un importante esfuerzo teórico canalizado por algunas instituciones como el Centro de Documentación de la Naturaleza de Huesca, el Observatorio del Paisaje de Cataluña, la Fundación César Manrique en Lanzarote o el Centro Gallego de Arte Contemporáneo de Santiago. Algunos de los artífices de esta fecunda programación como Javier Maderuelo, Joan Nogué o Federico López Silvestre dirigen una nueva colección en la editorial Biblioteca Nueva que se estrenó con tres títulos imprescindibles: La construcción social del paisaje, de Joan Nogué, editor; Breve tratado del paisaje, de Alain Roger, y El arte del paisaje, de Raffaele Milani, una reflexión desde la estética. Acaba de aparecer El paisaje en la cultura contemporánea, de Nogué. Tampoco cae en vacío el semillero de ideas que Javier Maderuelo agita cada año desde el CDAN de Huesca. La editorial Abada sigue publicando las actas de su importante seminario anual: Paisaje y territorio es el último volumen, Paisaje y arte fue el anterior y Paisaje y pensamiento, el primero.

Andar es también un subgénero en la moderna narrativa de viajes que condiciona el punto de vista sobre la experiencia

Pensar el paisaje es un proceso inherente al de su contemplación y éste al de inmersión física en una atmósfera espacial que desafía nuestras habilidades perceptivas, creando aquel balanceo del que hablaba Unamuno entre paisaje y espíritu. Quizás por eso el paseo o la caminata por la naturaleza se ha convertido también en una de las provocaciones más sensuales del intelecto. Se ha hecho imprescindible en las preocupaciones inmediatas del arte contemporáneo y ocupa una parcela importante del turismo mundial en los países desarrollados que han decantado su oferta en los llamados viajes de naturaleza basados en largas jornadas de hollar a pie remotos y aislados espacios naturales de todo el mundo.

Caminar es la vía imprescindible para ejercer la percepción sobre el espíritu del lugar. El paseo, así entendido, es una formulación estética de primer orden, una voluntad de metáfora sobre lo circundante que se ha proyectado sobre el relato literario, por eso la naturaleza como espacio de potencialidades imaginativas y como experiencia vital ha cuajado en la figura del escritor caminante. Andar es también un subgénero en la moderna narrativa de viajes que condiciona el punto de vista sobre la experiencia (desde Bruce Chatwin, Peter Matthiessen a Patrick Leigh Fermor). Afinando aún más: pasear literariamente por entornos naturales quizás sea otra variante que tiene su origen en los escritores ilustrados vinculados a las incipientes ciencias de la naturaleza -de Humboldt a Réclus, pasando por W. H. Hudson- y que se decantó después en el mundo anglosajón en un género muy apreciado: el de los nature writers. Filias y fobias en torno a los paisajes alpinos las encontramos en la completa antología de textos Perspectivas del Mont Blanc, que recorre tres siglos de apuntes trazados desde y sobre la experiencia directa de la naturaleza con imágenes de Goethe, Chateaubriand, Shelley, Rébuffat, Céndrars, Viollet-Le-Duc o San Francisco de Sales, entre otros. Heredero de alguno de estos escritores de lo natural es la voz estimulante del joven escritor británico Robert Macfarlane que ya nos deleitó con Las montañas de la mente y del que hace unos meses Alba, en una edición amorosa y cuidada, publicó su última entrega: Naturaleza virgen, un mapa en prosa de algunos de los espacios menos trillados y ocultos de Gran Bretaña descritos con extrema sensibilidad.

Seguramente por secundar el interés con el que ha prendido toda esta preocupación por la deriva estética de los paisajes físicos y mentales que nos brinda como materia prima el escenario de lo natural, han aparecido algunas reediciones que nos llevan a la génesis del pensamiento teórico que parte de Kant -Alianza reedita Observaciones acerca del sentimiento de lo bello y de lo sublime inspiradas a su vez en Edmund Burke-, psicologizando el juicio estético y que tanto influirá en El arte de pasear, de Karl Gottlob Schelle, uno de los mejores y más tempranos ensayos sobre el tema, y la editorial Olañeta nos ofrece ese soberbio ejercicio poético que es Historia de un arroyo, del geógrafo Élisée Reclus. Alianza también pone de nuevo en circulación Las confesiones de Rousseau que, junto a Las ensoñaciones del paseante solitario, son el legado de una nueva sensibilidad en la apropiación de lo natural basado en la experiencia emocional y subjetiva.

Del otro lado del Atlántico Ralph Waldo Emerson recogerá el testigo y trabajará en la formulación teórica de una visión de la naturaleza positiva, racional, pues "ha sido creada para colaborar con el espíritu en nuestra emancipación". Todo ello se encuentra en su texto Naturaleza. El hecho de afirmar que todo lo que sucedía al aire libre le era más importante que las personas, con las que, dicho sea de paso, nunca se entendió demasiado bien, da idea de la personalidad ciertamente huraña de Henry David Thoreau. Pero entre todos los discípulos de Emerson, quizás fue él el más influido por sus teorías sobre la escenografía de lo natural. De Thoreau también ha desempolvado Los bosques de Maine y Cátedra añade una nueva edición de su famoso Walden o la vida en los bosques. Lecturas, todas ellas, estimulantes para volver al sortilegio de una naturaleza que, aun en estos tiempos, debiera ser una escuela de la mirada, pues como dijo Emerson: "La salud de la vista parece exigir un horizonte. Nunca nos cansamos mientras podemos ver bastante lejos...". -

Observaciones acerca del sentimiento de lo bello y de lo sublime. I. Kant. Alianza. Madrid, 2008. 119 páginas. 6,50 euros. Las confesiones. J. J. Rousseau. Alianza. Madrid, 2008. 832 páginas. 30 euros. Naturaleza. Ralph Waldo Emerson. J. J. Olañeta. Palma, 2007. 125 páginas. 9 euros. Paisaje y territorio. Varios. Javier Maderuelo, director. Abada. Madrid, 2008. 350 páginas. 23 euros. Breve tratado del paisaje. Alain Roger. Biblioteca Nueva. Madrid, 2007. 211 páginas. 18 euros. El paisaje en la cultura contemporánea Joan Nogué, editor. Biblioteca Nueva. Madrid, 2008. 301 páginas. 17,30 euros. El arte del paisaje. Raffaele Milani. Biblioteca Nueva. Madrid, 2007. 256 páginas. 16 euros. Walden o la vida en los bosques. Henry David Thoreau. Javier Alcoriza y Antonio Lastra, editores. Cátedra. Madrid, 2007. 357 páginas. 13,40 euros. Los bosques de Maine. Henry David Thoreau. Baile del Sol, 2007. 321 páginas. 22,80 euros. Naturaleza virgen. Robert Macfarlane. Alba. Barcelona, 2008. 347 páginas. 24 euros. Las ensoñaciones del paseante solitario (sobre Robert Walser). W. G. Sebald. Siruela. Madrid, 2007. 76 páginas. 9,90 euros. Perspectivas del Mont Blanc. Varios. Alba. Barcelona, 2008. 192 páginas. 21 euros.

Paisaje en tinta china de Goethe (del catálogo de la exposición que se exhibió hace unos meses en el Círculo de Bellas Artes de Madrid).
Paisaje en tinta china de Goethe (del catálogo de la exposición que se exhibió hace unos meses en el Círculo de Bellas Artes de Madrid).

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