_
_
_
_
_
Abierto de Australia
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El 'clic' de Fernando

El primer punto del último juego fue espectacular. Determinante. Con cinco horas sobre la pista, se marcaron un peloteo larguísimo, intercambiaron golpes demoledores y quemaron tanto la bola como sus piernas. Se lo llevó Nadal y se hundió Verdasco, quizá el único momento de flaqueza de un tenista absolutamente reconvertido. Un punto genial que desequilibró la balanza y la ambición de Verdasco, un punto que aupó a Nadal a una final desconocida.

Estoy sorprendida con Fer. Un solo consejo de Agassi le ha hecho madurar de repente. Su cabeza ha hecho clic. Se le ve más centrado, cree en sus posibilidades y, sobre todo, tiene una fuerza mental desconocida hasta la fecha. Pero en el tenis, como en todo, no hay secretos: con trabajo duro y cuidándote, rindes más. Verdasco, que antes cometía muchos errores y no atendía a la disciplina, ha mejorado en lo físico y, consecuentemente, en lo psicológico. Ahí está el cambio. El mejor ejemplo es el partido de ayer. Sacó su mejor tenis en los puntos largos y... ¡sin sufrir lapsus contra un amigo! Cuando yo jugaba contra Arantxa, siempre sentía algo especial. Unas veces no me soltaba demasiado o arrugaba el brazo. Otras jugaba mejor que nunca. Es extraño enfrentarte a alguien con quien compartes vestuario, medallas, partidos y trofeos. Nadal y Verdasco pudieron notar algo de nervios por ser compañeros. Sólo había que fijarse en cómo Nadal se contuvo al celebrar los puntos. Fer, por el contrario, soltó tremendas dosis de adrenalina a cada minitriunfo. Hasta eso le pudo haber pasado factura en el último juego.

Más información
Nadal descubre al otro Nadal

El repertorio fue delicioso. Verdasco, consciente de que Nadal es el mejor desde el fondo de la pista, se apoyó en su servicio -le dio muchos puntos gratis- para proponer un juego agresivo. Saques a los vértices y bolas al fondo. Nadal, descolocado, respondió con golpes a mitad de pista, regalos para que Verdasco finalizara con el drive. Un arma lógica, en cualquier caso, si se esperaba cinco sets. Pero Nadal es mucho Nadal. Sin perder los nervios, como una hormiga, fue desesperando a Verdasco. Siempre creyendo en sus posibilidades y desgastando al adversario con una amplia variedad de golpes. Ante Fer, otro zurdo, se las ingenió para buscarle el revés alto y profundo, con peso, para luego atacar con la derecha. Rafa trabaja más que nadie y nunca te regala nada. Se juega ante una pared que, encima, te machaca cuando te despistas.

Hasta el primer punto del último juego. Tan largo, tan dañino. Si estás cansado mentalmente, eso te puede derrumbar. Como a Verdasco, que después cometió dos dobles faltas, las mismas que durante todo el partido. La última, en el punto final. Era su primera semifinal de un grande, lo contrario que Nadal, veterano en estas lides. Espero que a Fer no le afecte porque ha demostrado tener mucho tenis. Es injusto que perdiera uno de los dos. Pero los puntos, por muy buenos, peleados y determinantes que sean, siempre caen para alguien. Ayer, para Rafa, el número uno y el favorito ante Federer. Da igual la superficie porque ya le ganó en la hierba de Wimbledon. Debe asumir esa responsabilidad. Es el mejor.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_